latinas que dejan los prejuicios a un lado para ganarse la vida alimentando las fantasías de otros.
Muchas proceden de familias conservadoras donde sigue siendo tabú hablar de sexo con los hijos. Pero eso no les ha impedido desnudarse por primera vez delante de una cámara al poco tiempo de cumplir los 18 años.
Lo hacen legalmente dentro del marco de una profesión que está muy regulada y que nada tiene que ver con la prostitución. Son consideradas actrices porno y quienes les dan trabajo son los estudios de filmación.
En Estados Unidos, la industria XXX genera unos 14,000 millones de dólares al año, procedentes principalmente de las películas y las páginas de internet para adultos.
2,000 dólares por una secuencia
La mayoría de las actrices comienzan en esto atraídas por el dinero. Una secuencia puede llegar a pasarse hasta 2,000 dólares por media hora de grabación, dependiendo del tipo de escena que se trate. Para las más jóvenes, las sesiones fotográficas y las grabaciones se han convertido en el complemento perfecto para pagarse los estudios.
Este es el caso de Bliss Dulce, quien hace dos años grabó su primera película porno. Hoy, esta colombiana de 21 años adoptada por padres estadounidenses, es una de las caras que está cobrando más fuerza dentro de la industria para adultos.
"Empecé haciendo striptease cuando comencé la universidad. Era algo que me gustaba y lo hacía por dinero, pero también quería probar algo más. Cuando vi que se podía ganar mucho haciendo porno entonces me dije 'por qué conformarme solo con bailar', y desde entonces sigo en esto", comenta la actriz, quien estudiaba administración de empresas.
Aunque solo graba "unas cuatro o cinco veces al mes", el resto del tiempo ofrece sesiones de cámara por internet y baila en clubes nocturnos de Los Ángeles. Asegura que gana lo suficiente como para no tener que preocuparse económicamente.
"Lo difícil es que a veces el dinero es inconsistente, no sabes cuánto vas a ganar al mes porque depende de cuántas grabaciones tengas", agrega. "Es una carrera donde tienes que ser una estrella para que te den más películas".
Apoyo familiar
Pero las filmaciones no son lo único que se remunera bien en la industria para adultos. A sus 20 años, Dianne Babydee de momento se conforma con posar con muy poca ropa. Ha llegado a ganar 900 dólares solo por tomarse fotos y saludar en lencería durante los tres días que dura el Adultcon en Los Ángeles, la exposición anual donde se muestran las últimas novedades en la industria porno.
"Siempre me llamó la atención que me miraran. Llevo algo más de un año en esto y con lo que gano me pago los estudios", indica esta joven, quien cursa para ser policía y tuvo que enfrentarse a la crítica de su familia. "Al principio no les gustó cuando les dije lo que hago, pero terminaron aceptándolo y apoyándome porque es lo que a mí me gusta".
Su compañera Marisol Padilla, quien se hace apodar Beautiful, no tuvo que pasar por ese trance. Lleva año y medio posando frente a las cámaras y desde el principio tuvo el respaldo de sus amigos y familiares. Para esta joven, el secreto está en "saber nivelar el trabajo con los estudios".
"Esta es una profesión como otra cualquiera, pero es cierto que mucha gente te discrimina sin saber los motivos que hay detrás o las razones económicas que te llevan a hacer esto", agrega Bliss Dulce.
Industria poderosa
Estados Unidos representa el 14% de toda la pornografía que se consume a nivel mundial. Los Ángeles está a la cabeza de todas las producciones que se realizan. Algunas jóvenes emprendedoras como Blu Pearl han querido obtener su parte del pastel sabiendo que es un sector donde "todo entra por la pupila". Con tan solo 21 años, esta mexicana ya era dueña de la agencia en la que trabajan Babydee y Beautiful. En los últimos cuatro años se ha entregado en cuerpo y alma a su negocio ofreciendo modelos casi desnudas para calendarios y presentaciones de automóviles.
"A mí me criaron en un ambiente muy católico. Mi mamá pagó 3,000 dólares al mes para que yo fuera modelo de pasarela. No le agradó nada la idea cuando supo que iba a abrir esa agencia, pero ahora está orgullosa cuando ve mis fotos".
De acuerdo con Terri Redor, presidente de la agencia The Floating World, "al menos el 25% de quienes trabajan de una u otra manera en la industria para adultos son latinos". La demanda sigue creciendo, especialmente entre los consumidores anglosajones, quienes han ido cambiando en cuanto a gustos hasta el punto de preferir ver a una mujer latina en lugar de una norteamericana.
Cambio de gustos
Muchos anuncios para reclutar mujeres que incursionen en la industria de las películas porno especifican que especialmente están "buscando candidatas latinas". Entre las interesadas, el grupo más numeroso procede de México. Sin embargo, muchas prefieren guardar la profesión en el secreto más absoluto. Ni siquiera lo comparten con sus familiares más cercanos.
Gabby Quinteros comenzó a grabar películas porno hace casi cinco años y hasta la fecha ninguno de sus dos hijos, ya mayores de edad, saben que su madre aparece en varios títulos teniendo relaciones sexuales.
"Lo hago porque me divierto, y porque me da para vivir bien todo el mes", comenta esta actriz mexicana, quien es madre soltera. "Pero mi temor es que me vea algún conocido. Ya ha pasado que un familiar miró una película mía y se llevó una sorpresa. Entonces yo le cuestioné por qué estaba mirando ese tipo de películas".
Se estima que, en promedio, cada 39 minutos se crea un video porno en Estados Unidos. Algunas agencias especializadas en esta industria reportan que cada segundo hay 28,258 usuarios consumiendo pornografía en internet.
Voluntarios de la Iglesia
El interés que ha despertado en muchas jóvenes trabajar en este sector, ha hecho que un grupo de mujeres voluntarias de San Diego lleve un mensaje conciliador a quienes se ponen delante de una cámara sin ningún pudor.
"Eso no es como cualquier otra profesión. Cuando eres parte de la industria para adultos, das algo que nunca regresa, das una parte de ti mismo. En la mayoría de los trabajos puedes separar lo personal de los negocios, pero aquí no", opina Kelsy Ericks, voluntaria del grupo Jc's Girls at the Rock Church.
"Eso no es amor verdadero, es superficial. La gente busca amor, no sexo", agrega por su parte Sheri Brown, voluntaria en la misma iglesia. "Cuanta más gente sienta el amor de Dios entonces no tendrán necesidad de buscar cualquier cosa que los haga felices".
Después de siete años trabajando en la industria para adultos, Jenna Acevedo es una de las que se dejó guiar por su corazón. "La razón por la que comencé a trabajar ahí es por el dinero. Es una industria fácil, hay meses que puedes ganar 30,000 dólares, más que muchas familias trabajadoras", apunta quien ahora se dedica a cuidar niños en edad preescolar. "Lo que nosotras queremos decirle a la gente es que no importa que hagan películas pornográficas, sino que Dios aún así los ama y que deben compartir ese amor con los demás".
Sin embargo, la delgada línea que separa lo ético de lo profesional seguirá siendo un punto de desencuentro, al que cada vez se suman más latinos que comienzan a hablar sin miedo sobre aquello que nunca les contaron sus padres.
"La gente piensa que todos somos angelitos, pero en realidad a todos nos gusta el sexo", opina Blu Pearl. "Entiendo que es algo de lo que incomoda hablar, pero el sexo es tan natural que si lo habláramos de una manera más abierta seríamos más felices y no lo veríamos como un tabú".
Fuente: 20minutos.com
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